Vivimos tiempos de cambio en los que la frase “renovarse o morir” se hace a cada día más evidente en todos los sectores. En este contexto la capacidad de análisis y de afrontar nuevos desafíos se antoja capital para poder sobrevivir en un entorno tan cambiante como en el que estamos y nos dirigimos.
Tras una galopante crisis que se ha llevado por delante a muchas pequeñas agencias, muchas de las supervivientes han tratado de aferrarse a su proyecto a través de peligrosas alianzas con clientes sin pararse a pensar la conveniencia o no de trabajar con ello. Y es que, a menudo, su supervivencia depende de la asimilación de todo tipo de trabajos en los que es habitual que, además, se asuma por bueno toda sugerencia de los clientes.
Una actitud de lo más peligrosa ya que la mayoría de clientes de las agencias, a pesar de pueda parecer lo contrario, buscan una perspectiva diferente desde fuera y no unos intermediarios que se limiten a convertir sus ideas en acciones sin aportar el valor añadido que a estas se les presupone.
No obstante, no son pocas las agencias de máximo prestigio internacional que han revelado que muchas de sus mejores ideas que han acabado triunfando han salido del choque de pareceres con sus clientes y tras mucho toma y daca.
Al final, se trata de hacer servir el ‘know how’ y de escuchar a los clientes para, tras un exhaustivo estudio, ofrecer el mejor de nuestros trabajos. Algo para lo que, no obstante, hace falta valentía y determinación. Porque en el camino al éxito no son pocas piedras con las que nos vamos a topar.
Los retos a los que se debe enfrentar una agencia de publicidad
Mantener y argumentar nuestras decisiones
Agencia y cliente deben mantener una comunicación fluida basada en la confianza del uno en el otro. Sobre todo de los segundos con los primeros. No se debe tener miedo a desafiar las opiniones de los clientes si se tienen argumentos de peso.
Los profesionales de la publicidad y el marketing, más allá de saber escuchar, deben tener claros cuáles son sus objetivos y cómo llegar a ellos. También que regalar los oídos al cliente nunca tiene buen final.
Asumir que los ingresos no son los esperados
Ninguna agencia nace con una cartera de clientes enorme y con unas bases financieras que le auguren su proyecto a largo plazo. A menudo, para desarrollar un proyecto a años vista hay que asumir que durante la primera fase se va a incurrir en pérdidas.
La mayoría de las grandes agencias que hay hoy en día son aquellas que, pese a tener que cargar pérdidas durante su fase de consolidación, supieron aguantar sabiendo, a largo plazo, la inversión haría bueno el plan de negocio que en su momento plasmaron sobre el papel.
Practicar pedagogía
Cuando antes hablábamos de la necesidad de establecer una relación de confianza con nuestros clientes nos referíamos también a tener el valor de educar de educarlos. Algo que conseguimos compartiendo información de máximo interés sobre el funcionamiento del lenguaje publicitario y de ejemplos sobre los que nos podemos apoyar a la hora de realizar nuestro trabajo con ellos.
Está demostrado que, cuando las agencias dedican una parte de su tiempo en educar a sus clientes, estos tienen una mayor sensación de haber realizado una buena inversión. De hecho, parece claro que este tipo de vínculo favorece el aumento de la inversión.