El buzoneo y reparto de folletos no son únicamente acciones para inundar barrios enteros con folletos y catálogos, esperando que alguien pique. Hacen que las empresas se den a conocer, vuelvan a la mente del consumidor, palpen hasta dónde llega el interés de los consumidores, les haga un hueco en su lista de posibles y deseables, crean rutinas de compra que se hacen fuertes y no se pierden.
La publicidad tradicional nos agrada y nos llama la atención. Hay catálogos que se han vuelto objeto de deseo, que tienen reservado su momento en casa para su lectura. Descuentos que esperamos como agua de Mayo que lleguen a nuestros buzones.
Hablamos de un formato versátil, que gracias a las cada vez más avanzadas tecnologías de impresión, puede tomar todo tipo de formas atractivas y sorprendentes. Que cuelguen de los buzones (perching) o del pomo de puertas (poming); que desplieguen la información de forma no usual; o que representen en sí un pequeño juego, como si fuera un desplegable o troquelable. Un buen buzoneo hace que los clientes se fijen de inmediato en el descuento clave, en la oferta, que conozcan la apertura de un local o una campaña clave… pero sobre todo, que se interesen por una microhistoria que apenas les roba un segundo de tiempo, y se queda en su mente infinitamente más tiempo.
La oportunidad en el lugar de compra, el “me llevo esto ya que estoy aquí”, sigue siendo algo importante. El buzoneo genera tráfico hacia la tienda con descuentos limitados en el tiempo y ofertas que sólo se pueden conseguir en el sitio físico. Esto último es una cuestión muy interesante. Todo el mundo muestra interés cuando algo es gratis. Una empresa no puede confiar en esa información a la hora de juzgar el público real que consume su producto, porque tendería siempre al 100%.
En cambio, una campaña que implica un cierto esfuerzo, pero con una recompensa para el consumidor, es infinitamente más interesante para la empresa, y los datos que extrapole mucho más fidedignos. Por ejemplo, una oferta de 2×1 consumiendo un mínimo de 10 € en un restaurante y descontando el plato de menor precio. Esa oferta implica un interés y voluntad de ir al restaurante a consumir; pero también una oferta de interés para el cliente, que por ello no olvidará… siempre que se repita de forma regular.
Ese es un dato mucho más válido para la empresa, y a partir de él, pueden extrapolar mucha más información (zonas donde el reparto de la publicidad ha calado más, sector de población, gasto medio por persona) que les ayude en campañas futuras. A retomar de nuevo a los clientes infieles, y crear un patrón de compra y consumo en ellos.
Cómo pueden ver, el buzoneo y reparto de folletos es una herramienta que puede ser muy precisa, darnos mucha información que nos aporte contexto sobre nuestras campañas comerciales y de promoción, perfilar mejor ese buyer persona ideal que toda empresa busca, y lo más importante para toda empresa que busca continuidad y resultados: fidelizar a los clientes.
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