Hola, soy Lucía, y llevo una gasolinera en el barrio de Las Rozas, en Madrid. Durante mucho tiempo, mi estación funcionaba como tantas otras. Pero sabía que había más potencial. En una ciudad como Madrid, con tanto movimiento y competencia, quería que mi gasolinera se convirtiera en algo más, como, un sitio al que los vecinos quisieran volver, no solo pasar por él.

El desafío: destacar entre gigantes
Mi mayor obstáculo era la percepción, ya que, muchas personas ven las gasolineras como lugares impersonales, casi automáticos. Las grandes marcas tienen promociones constantes, tarjetas de puntos y enormes presupuestos publicitarios. ¿Cómo competir contra eso?
Intenté anuncios en redes sociales y Google, pero noté que gran parte de mi dinero se iba en clics de personas que no vivían cerca. No era para nada eficiente y necesitaba algo que conectara realmente con mi comunidad.
La solución: darle alma al servicio
Decidí hacer algo distinto, en lugar de pensar como una simple estación de servicio, empecé a tratar mi gasolinera como un pequeño comercio de barrio, con trato cercano y propuestas pensadas para los vecinos. ¿Y cómo llegas a captar la atencion de tu barrio? Hablando directamente con él. Ahí fue donde la gente de Publidirecta entro, ellos son una agencia de marketing directo, que me ayudaron a plantear una estrategia más humana y cercana.
- Tarjeta de café sin coste: Pusimos una cafetera de calidad en la tienda y lanzamos una promoción, en donde cada repostaje incluía un café gratuito. No es solo un café… es la pausa, el detalle que genera en los clientes.
- Mini-revistas con promociones mensuales: En vez de la típica publicidad, creamos una especie de mini-revista con consejos para el coche, rutas curiosas para escapadas desde Madrid, y sí, también descuentos exclusivos en carburante y productos de la tienda. Lo repartimos en el barrio, mientras caminábamos se lo entregábamos en mano a los vecinos que veíamos.
- Reparto en comercios vecinos: Una de las estrategias más efectivas que pusimos en marcha fue aliarnos con los comercios cercanos a la gasolinera. Empezamos a repartir flyers en pequeñas tiendas del barrio, como, panaderías, fruterías, farmacias, cafeterías, etc. para que pudieran entregárselos a sus clientes junto con sus compras. A cambio, nosotros hacíamos lo mismo, colocábamos sus folletos en nuestra estación y los entregábamos a los conductores. Esto nos ayudó también a generar una buena relación con los comercios vecinos.
- Promotoras en la estación: Durante ciertos días clave (como fines de semana o fechas importantes), incorporamos promotoras en la gasolinera que daban la bienvenida a los clientes con una sonrisa, ofrecían muestras gratuitas (como bebidas o productos del minimarket), e informaban sobre las promociones actuales. Esta acción generó una experiencia cercana y humanizó el servicio.
- Buzoneo de folletos: Otra acción que tuvo un gran impacto fue el reparto de folletos impresos en los buzones de vecinos en Las Rozas. Diseñamos un díptico a todo color con ofertas en carburante, productos de conveniencia, promociones exclusivas y hasta consejos prácticos para el mantenimiento. Este tipo de formato sigue siendo muy efectivo, sobre todo porque muchos vecinos aún agradecen tener algo fisico.
¿Por qué los folletos impresos siguen funcionando?
Aunque vivimos rodeados de pantallas y anuncios digitales, los folletos impresos siguen siendo sorprendentemente efectivos, sobre todo a nivel local. Según un estudio de ShopFully y NielsenIQ, el 73% de los consumidores los usa para informarse sobre promociones, y el 58% afirma que influyen directamente en su decisión de compra. Además, se ha demostrado que estos materiales son hasta ocho veces más efectivos que un anuncio en televisión.
También, según Royal Mail MarketReach, el papel genera una conexión emocional más fuerte, activa mejor la memoria y se percibe como más creíble que el formato digital. Por eso, en nuestra campaña en Las Rozas, el buzoneo de folletos no solo trajo miradas, sino que también generó visitas y ventas reales.
Cómo sigo conectando con mis clientes
Gracias a estas acciones, los vecinos ya no ven mi gasolinera como una más. Muchos entran incluso aunque no necesiten nada, vienen a por un café, a recoger un folleto o simplemente a saludar. Hemos aumentado ventas en tienda y fidelizado a clientes que ahora nos eligen, no por el precio, sino por la experiencia.
- Grupo de WhatsApp del barrio: Allí comparto ofertas semanales, sorteos y hasta playlists para conducir.
- Encuestas rápidas por QR: Pido la opinión de los clientes con encuestas simples y aplico mejoras.
- Tarjetas sorpresa para clientes fieles: De vez en cuando, entrego un pequeño “gracias por volver” en forma de vale de descuento.
Hoy puedo decir que mi gasolinera es mucho más que un punto de carga, es parte del día a día del barrio.